En un viaje a un lugar tan lejos, le surge a uno la duda de si merece la pena. Pues si, merece la pena. Iguazú es tan fuerte que te envuelve y te atrapa sin remedio. No te deja otra occión, mas que la unión a la naturaleza y el disfrute de los sentidos, como en un tiempo ancestral. Aqui, en Iguazú, es otro planeta, el de las cascadas de agua, el del sonido de la torrentera y el de la vegetación exuberante. Solo queda relajarse y disfrutar del espectáculo.
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