lunes, 15 de mayo de 2017

MADAGASCAR - DANZAR.


MADAGASCAR - DANZAR.

                                   MADAGASCAR - DANZAR.

Del mar me gusta como abraza el litoral.
También me gusta la brisa salada si no es fría, que es un beso de alga marina.
Me gusta como danza el mar al ritmo del oleaje.
También me gusta que la playa es de todos y no es de nadie, como el claro del cielo o una bandada de aves.

Llegué a la playa al caer la tarde.
Una niña danzaba en la orilla del mar, con la gracia innata del artista que comienza.

La danza es la poesía del movimiento y en este caso tuve la suerte de poder captarlo con la maquina de fotos. Lo que no pude captar en la foto es el movimiento de las anónimas olas que se acercan y se alejan de la playa en un vaivén sin fin.
Los movimientos de las olas son los latidos del mar. Permanentes. Sonoros. Animan a los pies, las manos, los brazos y a todo el cuerpo entero para que dance, frente al mar generoso que canta canciones.

El mar.
Arriba el inmenso cielo, abajo el hermoso océano. Pletórico de magnetismo, conquista amantes a golpe de oleaje.
Incita a navegar, a gritar, soy ave.
A danzar con fuerza brutal.
Danzar, que danzar es celebrar, como la niña anónima en la orilla del mar.
Sentir crecer emociones en la playa, que hace soñar.
Y a pesar de tener el ánimo siempre expuesto, poder sentir la felicidad del momento y seguir danzando con los brazos abiertos.